El desencadenante del miedo en el cerebro descubierto

Investigador de RWTH participa en un estudio sobre el vínculo entre la dopamina y la ansiedad.

Angsthase o calcetín frío: cuán ansioso o valiente es un ser humano depende, entre otras cosas, de ciertos procesos en el cerebro. Un equipo internacional de científicos con la participación de Univ.-Prof. El Dr. med. Gerhard Gründer, Jefe del Departamento de Neuropsiquiatría Experimental de la RWTH, pudo demostrar por primera vez que hay una alta concentración de dopamina en el área de la amígdala en personas ansiosas. Esta llamada amígdala se encuentra en el lóbulo temporal debajo de la corteza cerebral. La sensación de ansiedad también es estrangulada o reducida por un intercambio más o menos intenso de esta área del cerebro con el cíngulo anterior. Los nuevos resultados de la investigación básica, publicados recientemente en la revista de alto nivel Nature Neuroscience, ayudarán a desarrollar nuevos enfoques terapéuticos farmacológicos y conductuales para personas con pánico y otros trastornos de ansiedad.

"La comprensión de que la dopamina actúa como un desencadenante de ansiedad es fundamentalmente nueva", informa el científico de Aquisgrán. Hasta ahora, se sabe que esta sustancia mensajera, también conocida popularmente como la hormona de la felicidad, desempeña un papel en las expectativas felices. Además, se ha demostrado científicamente que una menor incidencia de dopamina en el tronco encefálico es la causa de los trastornos del movimiento en los pacientes de Parkinson, según el subdirector de la Clínica de Psiquiatría y Psicoterapia del Hospital Universitario de Aachen.

Con la ayuda de un proceso de imágenes combinado, los científicos ahora han logrado documentar la relevancia de la dopamina en el miedo.

"En un primer paso, nuestros sujetos de prueba recibieron un precursor de la sustancia mensajera", informa el psiquiatra de Aquisgrán. Esta sustancia radiactiva se convierte en dopamina en el cuerpo, un proceso neuroquímico que puede visualizarse en una tomografía por emisión de positrones (PET) y, por lo tanto, muestra la concentración de dopamina en la amígdala. En un examen posterior en el tomógrafo de resonancia magnética, se mostraron a los sujetos imágenes que inducían al miedo y se midió la reacción de ciertas áreas del cerebro a la presentación de estas imágenes. Además, se registró la tendencia de las personas de prueba a estar ansiosas con la ayuda de un cuestionario escalado. "Estábamos interesados ​​en la conectividad funcional entre la amígdala y el cíngulo anterior en la corteza frontal", explica Gründer. Se demostró que un intercambio intensivo de estas dos áreas cerebrales tuvo un efecto reductor de la ansiedad en los sujetos de prueba: "Cuanto más se comunican las áreas cerebrales entre sí, menor es la actividad de la amígdala para percibir los estímulos que causan miedo".

El conocimiento adquirido ayuda a comprender mejor la neurobiología del miedo para poder regularlo si es necesario en el caso de trastornos patológicos. Incluso si la concentración de dopamina y la interacción entre la amígdala y el cíngulo anterior tienen ciertamente una forma genética y biográfica: según el psiquiatra de Aquisgrán, el circuito de control neurobiológico puede romperse mediante la psicoterapia y la medicación. "En psicoterapia, los pacientes pueden aprender a controlar su percepción del miedo a largo plazo cambiando su comportamiento".

Fuente: Aachen [RWTH]

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